domingo, 16 de enero de 2011

Un lenguaje sólo de dos


La vida de María de los Ángeles supuso para mí un salto cualitativo en mi vida: todo cambió, ella lo cambió.
Siempre existió un código, un lenguaje secreto entre dos: padre e hija, Leonel y su pequeño clon. Recuerdo que mi pequeña hijita aún estaba en el vientre de su madre cuando ya tenía reacciones que yo calificaba de mágicas. Esto se notaba, por ejemplo, cuando sentía mi voz: entonces ella levantaba su cabecita como queriendo decirme: "Papá, aquí estoy yo".
Después de nacer era lo mismo: bastaba que yo la cargara en brazos para que se tranquilizara, esto es, para que pudiera dormir sin sobresaltos. Tan sencillo como eso.
La historia que les traigo hoy va en ese sentido: el lenguaje único e irremplazable que existía entre nosotros. Un ejemplo de esto era cuando quería que la tomara en brazos.
Apenas hablaba, ya caminaba. Entonces se acercaba a mí y se colocaba de pie al lado mío sin decir una palabra, pero en su rostro se reflejaba el lenguaje al que aludo. Me refiero a que ponía su carita muy seria y el ceño bien adusto, fruncido. Cuando yo me percataba de esto le preguntaba:
- ¿Qué pasa, mi niñita?
- Toi nojá...
- ¡Huy!. No se enoje tanto. Seamos amigos mejor.
- Yaaa... - me respondía.
Entonces la alzaba y la colocaba en mis rodillas. Les aseguro que tanto para ella como para mí el mundo se detenía. Ella era, entonces, mi mundo, y yo, por mi parte, era su mundo.

9 comentarios:

  1. Otra linda anécdota. Gracias por compartirla.

    Un saludo cordial

    Hasta pronto

    7 d’octubre de 2009 21:54
    Angie ha dit...

    ResponderBorrar
  2. Qué lindo... Siempre veo su blog pero nunca comento nada porque me produce muchas sensaciones que no sé como explicar. Me gusta que publique memorias de nosotras cuando éramos pequeñas porque mi mamá no se acuerda, yo siempre le digo que me cuente pero me dice que no se acuerda. Espero que se encuentre bien y ojalá podamos conversar pronto...

    8 d’octubre de 2009 9:57

    ResponderBorrar
  3. Yo tengo que decir que este relato es el de simplemente un padre que adora a sus hijas, que siente ese nostalgia porque los años no perdonan y lamentablemente pasan y ellos tienen que crecer.
    Plasmar en letras esos recuerdos que nos dejan los hijos es muy hermoso aunque nostálgico a la vez, pero hay algo bueno de esto y es que por lo menos los vivió a su lado, los compartió, los disfrutó y es eso lo que les queda, quienes tenemos hijos sabemos que pasan a ser nuestro vida y se convierten en nuestro universo, tanto así que nos olvidamos hasta de nosotros mismos.
    Me extiendo en estos temas porque también tengo el placer de ser madre y a pesar de ser joven soy madre de adolescentes y es más en estos dias voy a colocar un poema que les hice llamado princesas, es corot peor espero que te guste.
    Y así pues termino diciendote que estos son los tesoros más valiosos que podemos guardan y que jamás nadie nos podrá quitar, todo lo compartido con ellas, todo el cariño que mutuamente nos hemos brindamos con los hijos y aunque crezcan siemper seguirán siendo nuestras Princesas.
    Un abrazo fuerte desde mi rincón...

    8 d’octubre de 2009 11:43

    ResponderBorrar
  4. Leonel,

    Me parece tan cercana su conversación de padre e hija, excepto que los míos son niños pero igual de mágicos. Han influido mucho en forma de ver la vida y en mi escritura, ya pronto saco algo con motivos infantiles.

    Saludos

    ResponderBorrar
  5. Tiernos recuerdos que seguranmente los que somos padres podemos comprender y emocionarnos porque nos traen a la memoria nuestras propias vivencias.
    Un saludo cariñoso

    8 d’octubre de 2009 14:06

    ResponderBorrar
  6. Leonel, cuanta ternura. Y qué belleza de texto.
    Seguro que podrías escribir un libro con estas anécdotas.
    Sería digno de leerse.
    Cómo me gusta lo que escribes.
    Ya sabes que siempre me has hecho disfrutar con tu lectura.
    Te admiro.

    8 d’octubre de 2009 15:37

    ResponderBorrar
  7. Tremenda belleza y ternura. Me gusto mucho tu escrito. Un placer leerte.

    8 d’octubre de 2009 16:08

    ResponderBorrar
  8. Es como que los sentidos se reviven, y todo es por cuestion de sangre. un abrazo.

    ResponderBorrar
  9. El amor de un padre. Lo más grande.

    L´amor d´un pare es lo més gran.
    Una abraçada, Montserrat

    ResponderBorrar