viernes, 21 de enero de 2011

Autoestima

Lo primero decirle a mi María de los Ángeles que su correo del día de hoy me alegró el día.
Bueno, pero a lo nuestro. El título de la entrada de hoy obedece más bien a que no todo lo que legué a mi niñita, genéticamente hablando, fue positivo, ya que de lo contrario ella sería perfecta, jaja. Bromas aparte, uno de los rasgos que ella y yo compartimos es la baja autoestima.
Como me di cuenta de ello casi desde el principio de la vida de mi hija mayor y como era (es) tanto el amor que le tenía (tengo) quise que ella no pasara por los sufrimientos que tener aquello que de manera tan frívola llamamos timidez.
Como en cada una de las historias que he compartido con todos ustedes hoy no será la excepción ya que Ángeles era muy pequeñita, tan pequeñita como temerosa de hacer las cosas.
Era domingo, aún vivíamos en el número 318 de la calle Merino Jarpa, y habíamos recién llegado de hacer las compras en el supermercado. A Ángeles le fascinaba ayudarme a guardar los víveres en su correspondiente lugar. A la sazón, estábamos guardando los huevos en el refrigerador, ella estaba subida en una silla y yo le iba pasando los huevos uno a uno, entonces ella los iba colocando en su cubículo. Su madre, siempre tan aprensiva, nos había advertido ya que tuviéramos cuidado de no romper ningún huevo. Yo la tranquilizaba diciéndole que su preocupación estaba de más.
En eso estábamos cuando de repente y de manera inopinada uno de estos huevos cayó al suelo, imagínense el resultado: Ángeles se asustó y su pechito empezó a acelerar los latidos de su corazón de lo asustada que estaba. Yo la tranquilicé diciéndole que limpiando el piso todo se arreglaba. Fuimos a buscar la escoba, algunos paños y un poco de cera. Lo dejamos como si no hubiera pasado nada. El trabajo de Ángeles consistió en arrojar a la basura los papeles que ocupamos para limpiar. Con una amplia sonrisa se sacudió las manos como quien acababa de subir a la cumbre del Everest.
Pero la historia no acaba aquí. Faltaba, tal vez, lo más importante: reponer el huevo. Le puse su jersey y coloqué una moneda en su cartera. La idea era que ella pagara el huevo con el dinero que había puesto en la cartera. Llegamos al almacén, pedimos el huevo, nos entregaron la bolsa con nuestro preciado tesoro y llegados al momento de pagar mi hermosa acompañante no quiso desprenderse de su “capital”. Obligado, entonces, a pagar yo. En mi vida había pagado tanto por un simple huevo.

7 comentarios:

  1. Tus anécdotas, todas son bellas, bien dibujadas con la palabra. Lo que más me gusta, es ver la calidad de padre que eres. Les envío un besito a tus hijas. Ya las he aprendido a querer a través de tus escritos.

    Un saludo cordial,

    Hasta pronto amigo.

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  2. jaja que divina, ay los hijos son en verdad una bendición, los momentos más maravillosos que pasamos en la vida, sin duda es con ellos, son lindos tur relatos y anécdotas de tus hijitas, sin duda eres un maravilloso y especial PADRE, en cuanta a la baja autoestima si nosotros lo hemos sido tenemos que mostrarnos fuertes ante ellos para que saquen su estirpe, porque eso es malo luego hay de quienes se aprovechan de ellos por ese lado y entonces allí los veremos sufriendo, eso sí sería mortal para nosotros.
    Un abrazo desde mi rincón...

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  3. te felicito por este post. Me gusto mucho.

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  4. Ay!!! Qué "huevo" más bien pagado, ¿verdad? amigo.
    Y miles veces más si fuera necesario, aunque las mamas, tengan ese sexto sentido, siempre parecen brujas en escoba. La mía decía lo mismo y PLASSSS!!! jajajaja

    Mis besos corazón.

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  5. Es verdad, sigue igual de aprensiva aunque creo que un poco más jaja Le digo algo?? Cuando leo memorias me imagino que de haberlo tenido todos estos años a mi lado hubiera sido enferma de malcriada y papona jajaja (disculpando la expresión) asi como también regalona (pero aún puede ser ¿o no?) jajaja ahora estoy en clases haciendo un taller de matemáticas asique por eso no me extiendo más. Cuidese mucho y no ponga más publicaciones de la panxy que de mi ya??

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  6. La verdad que es buenísimo que fueras intentando ayudarla desde tan pequeña, si todos los padres hicieran eso, muchos niños saldrían mejor orientados de lo que salen a veces. Saludos y buen post

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  7. Hola Leonel:

    Me encanta ir leyendo estas bonitas y simpáticas anecdotas con tus hijas.

    Recibe un abrazo, Montserrat

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