domingo, 16 de enero de 2011

Mi pequeña sicóloga

Mi pequeña Panchita,

En mi corazón siempre será pequeña, una princesita como la primera vez que las tuve en mis brazos. Era dueña, desde su más tierna infancia una menuda maravilla, dueña de una personalidad desbordante, de una seguridad absoluta en sí misma.
Hoy, para todos, menos para mí, es toda una mujercita, pues para mí siempre mi chiquitita era la única capaz de reñirme y decirme las cosas por su nombre.
Ya tienes dieciocho años y has volado alto, muy alto con tus pequeñas alas de luciérnaga.
Para que el mundo se entere en Chile el ingreso a la Universidad requiere de presentarse a un proceso llamado P.S.U. (Prueba de Selección Universitaria), el consiste en básicamente de tres pruebas muy difíciles: Lenguaje, Matemáticas e Historia. Les cuento esto para que el mundo se entere que mi pequeña Panchita rindió con éxito sobresaliente estos tres exámenes lo cual significa en términos prácticos que ya es una flamante alumna de la carrera de Sicología en una de las mejores universidades del país: la Universidad Católica del Maule, o sea, que como hija a tengo una futura sicóloga. Pregunto a la audiencia que me lee: ¿Se puede entender mi regocijo?
Soy el hombre más feliz, el padre más dichoso, pues mi pequeña luciérnaga está cumpliendo lo que yo siempre esperé de ella en virtud de sus grandes habilidades: una niña respetuosa, culta y empática. Sin duda que esta nueva vidas que emprende estará colmada de éxito.
Hijita, si en algo puedo ayudar, y si está dentro de mis posibilidades puede contar conmigo.
Mi amor sigue inclaudicable, mi admiración también.

Su padre.

1 comentario:

  1. Buenos dias Leonel -Joan:

    Son las 7,15 de la mañana del lunes 17, cuando estoy leyendo tus posts.
    Mi sincera enhorabuena. No sabes que alegria me has dado.
    Felicitala de mi parte.

    Bon dia Leonel -Joan

    Son les 7. 15 del mati quan llegeixo els teus posts.
    La més sincera enhorabona.
    No saps l ´alegria que m´has donat.

    Felicitala de la meva part.

    Una abraçada, Montserrat

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