jueves, 8 de octubre de 2009

Una verdadera tragedia

Las protagonistas de esta historia son mis dos luciérnagas y ocurrió hace muuuchos pero muuuchos años, bueno en realidad no tantos, los suficientes para decirles que ellas eran apenas unas motitas de algodón, tal y como aparecen en la fotografía que decora, perdón, engalana esta remembranza.Resulta, amigos míos, que era un fin de semana y me encontraba plácidamente retozando en la lectura de un libro mientras mi hijas jugaban con muñecas en el patio bajo mi atenta y enamorada mirada, cuando escucho que Ángeles, la mayor, le dice a su hermana:- ¿Vamos donde el papá? El se la va a arreglar...Llegan donde estaba yo, tomaditas de la mano, tal como aparecen en la imagen de hoy, ante lo que yo pregunto, a pesar de saber exactamente lo que ocurría por haber estado observando la situación:- ¿Qué pasa?Responde Ángeles:- A la Panchi se le echó a perder la muñeca.Francisca, la Panchi, no lloraba, sollozaba con una pena que estremecía el corazón, sobre todo cuando se observaba la escena. Ella tenía el brazo de la muñeca en su mano en tanto que su hermana mayor sostenía el resto del juguete.La tomo en brazos, sentándola en mis rodillas y le digo:- Ah, su guagua (bebé) se quedó sin brazos.- Shiii...Interviene Ángeles:- Estábamos jugando y se le salió un brazo.Le sonrío a mi hija mayor y luego me dirijo a Panchita:- Usted sabe que no me gusta verla triste, ¿cierto?- Shiii...- Entonces lo primero es secar estas lagrimitas.Saco, entonces, un pañuelo secando la evidencia de la pena de mi hijita pequeña, y le digo:- Listo.Le coloco el brazo a la muñeca, giro, y se pone en su lugar. Panchi al ver el éxito de mi gestión da un brinco y la sonrisa que se dibujó en su carita podría haber cubierto al mismísimo Sol. Estaba radiante, feliz sería decir poco.Al ver su reacción le digo:- ¿No le parece que me he ganado un abrazo? Ante lo cual me rodea con sus bracitos, me premia con un beso en la mejilla, toma su muñeca y se va con su hermana, la cual le dice a Panchi:- ¿Vio, Panchita? Yo le dije que el Papá se la arreglaría.Las palabras de Ángeles reflejaban una tierna pero irrestricta confianza en mí, confianza que me llenaba de alegría. Esta actitud también se la contagió por aquellos días a su pequeña hermanita.

10 comentarios:

  1. Dulce historia.. cuya luz aún perdura.. y puede extenderla en sus noches.. y poemas..

    Un abrazo muy fuerte.
    M.Jesús

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  2. Preciosa anécdota. Muy bien contada. Linda fotografía.

    La verdad eres un padre increíble.

    Saudos cordiales amigo.

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  3. Qué ternura!!! Ojalá se pudiera vivir en una burbuja toda la vida y que solamente con recurrir a Ud. las cosas se solucionaran... Realmente me conmovió y debo reconocer que lo hizo hasta las lágrimas...

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  4. Una dulzura toda la situación y una dulzura este comentario de la Ángeles del presente...
    Los años pasan, pero los sentimientos quedan y nunca se olvidan, son los sentimientos de nosotros los padres y de ellos, nuestros hijos.

    Un abrazo.

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  5. Precioso como relatas anecdotas de una vida.
    ...Y a ti, Angeles, las cosas nunca se solucionan tan facilmente, pero si compartes, cuestan menos, y mas si la ayuda es de un padre como el que tienes.

    Muaks.

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  6. Muy dulce historia contada con gusto y humanidad, eso, un gusto pasar por tu blog, os mando un abrazo fraternal,y gracias por compartirla, roger

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  7. Realmente bonito lo que nos cuentas, me alegro que tuvieran un padre tan bueno. Saludos

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  8. Mª Ángeles, si eres tu, encuentro tu comentario de una madurez, que sin saber por qué, no me esperaba.
    Pero con un padre como el que tienes, lo encuentro absolutamente lógico.
    Un abrazo preciosa.
    Tanto a tí como a tu hermana, os deseo lo mejor.
    Os lo merecéis.

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  9. Cimiento y simiente de seguridad!
    Una bella anécdota y un gran ejemplo a seguir.
    Saludos cordiales!

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