Retraído, silencioso, ensimismado... estos tres adjetivos son los que mejor definen mi personalidad, aquello que los catalanes llaman tarannà, es decir, la forma peculiar que tiene cada individuo de conducirse en la vida. A pesar de lo anterior tuve mi vía de escape, la figura de un aedo, un rapsoda, un vate, la voz que me llegaba desde el otro lado del océano parea hacerme compañía.
La verdad es que con absoluta modestia debo declarar que descubrí a este este señor poeta el verano de 1972 con apenas seis años de vida. Se transmitía el Festival de la Canción de Viña del Mar cuya principal figura de aquel año fue Joan Manuel Serrat, la razón de que hoy esté escribiendo estas líneas que sólo pretender ser un homenaje, un acto de agradecimiento a tan noble figura de mi vida.
Con el paso de los años mi admiración fue creciendo, alimentado a los quince años por un regalo que recibí de mis padres: una casete con canciones en catalán, era la edición del álbum "Serrat 4"el cual hizo nacer en mí el deseo de aprender tan bello idioma pero para ello deberían pasar aún algunos años, varios años pues no fue sino hasta que egrese de la universidad que recién pude disponer del empuje para acomenter tan poco práctica tarea, según lo que mi entorno me decía. Sí, pues en Chile, me señalaban, no era rentable aprender una lengua de la que casi nadie había escuchado hablar. Era fines de los años ochenta. Pero, tan descabellada tarea tenía sólo dos metas:
a) Poder entender las canciones de Serrat
b) Escribirle una carta a mi héroe de la infancia aunque, evidentemente, él nunca la leyera.
Eso era, en un principio, mi montaña personal, la cual había que superar a como diera lugar.
La verdad es que con absoluta modestia debo declarar que descubrí a este este señor poeta el verano de 1972 con apenas seis años de vida. Se transmitía el Festival de la Canción de Viña del Mar cuya principal figura de aquel año fue Joan Manuel Serrat, la razón de que hoy esté escribiendo estas líneas que sólo pretender ser un homenaje, un acto de agradecimiento a tan noble figura de mi vida.
Con el paso de los años mi admiración fue creciendo, alimentado a los quince años por un regalo que recibí de mis padres: una casete con canciones en catalán, era la edición del álbum "Serrat 4"el cual hizo nacer en mí el deseo de aprender tan bello idioma pero para ello deberían pasar aún algunos años, varios años pues no fue sino hasta que egrese de la universidad que recién pude disponer del empuje para acomenter tan poco práctica tarea, según lo que mi entorno me decía. Sí, pues en Chile, me señalaban, no era rentable aprender una lengua de la que casi nadie había escuchado hablar. Era fines de los años ochenta. Pero, tan descabellada tarea tenía sólo dos metas:
a) Poder entender las canciones de Serrat
b) Escribirle una carta a mi héroe de la infancia aunque, evidentemente, él nunca la leyera.
Eso era, en un principio, mi montaña personal, la cual había que superar a como diera lugar.