jueves, 8 de octubre de 2009

El trabajo de Papá

Después de mi separación de la madre de mis amadas luciérnagas la vida no me trató muy bien. No me duele reconocer que lo pasé muy mal, evidentemente por la lejanía obligada que debí soportar de mis pequeñas hijitas que, a la sazón, tenían muy pocos años.
Cuando el contacto se restableció mi María de los Ángeles cursaba el Segundo Año de la Primaria y la pequeña María Francisca daba recién sus primeros pasos en el Jardín de Infantes. Ya llevaba algunos años ejerciendo como Profesor de Lengua Castellana, labor que de alguna manera, y sólo de alguna manera, lograba mitigar la pena que la separación de mis pequeñas hijas me producía. En aquellos años lo que más me atormentaba era lo que ellas pudieran estar sufriendo sin hallar explicación en sus pequeños cerebritos, especialmente María de los Ángeles, por ser la mayor y, por ende, la que mayores recuerdos y pérdidas tenía.
En aquel reencuentro, repito, María de los Ángeles era muy pequeñita, pero no tanto como para no hacer las preguntas de "aquellas", de hecho se encontraba en plena edad para ponerlo a uno en aprietos. (Me explico, ¿verdad?)
Recuerdo que estábamos ambos, Ángeles y yo, sentados en la Sala de estar de la casa de mis padres leyendo una pequeña novela para infantes cuando ella rompe la lectura con una dulce pausa:
- ¿Le puedo hacer hacer una pregunta?
- Por supuesto, ¿qué desea saber?
- ¿En qué trabaja usted?
- ¿Yo? ¿Pero es que no lo sabe?
- No, no lo sé...
Entonces, como si se tratara de la cosa más natural del mundo, le señalo que soy profesor. La niña, mi bella niñita, abre unos ojos de sorpresa, y con esa entonación tan característica que era un sello de marca de ella, dice:
- ¿¡En seerio!?
Acto seguido, abrió unos ojos, de maravillados. Al verla, cualquiera hubiera pensado que nada era más grandioso que tener un padre profesor. En los ojos de mi hija vi orgullo, honor, felicidad, aprobación, y, por sobre todo, admiración.
Recuerdo que en otra oportunidad durante la misma semana fuimos al colegio donde trabajo. Inolvidable es el momento en que ingresamos al recinto y el portero, al franquearme la entrada, me dice:
- Buenas tardes Profesor...
Mi Ángeles, fue tan obvio, se sentía verdaderamente feliz.

Han pasado los años y esa imagen la mantengo latente. Es poderosa, un fuerte estímulo para sentirme acompañado a pesar de los años en que no estuvimos juntos.
Al día siguiente, estábamos en mi biblioteca con mis dos hijas y mi pequeña Panchita me pregunta:
- ¿Por qué tiene tantos libros?
Alcancé a abrir los labios para responder cuando Ángeles lo hace por mí, moviendo la cabeza manifestando reprobación por la pregunta de su hermana menor:
- ¿Por qué tiene tantos libros? Pero si el papá es profesor y él debe tener muuuchos libros para poder enseñarle a sus alumnos.
Luego, Panchita contraataca:
- Entonces, respóndame esta otra pregunta: ¿Por qué usa lentes?
Ángeles nuevamente responde:
- El papá es profesor y todos los profesores usan lentes.
- Pero mi señorita del jardín no usa lentes.
- Ah, pero cuando vayas al colegio como yo (me sonó a "cuando seas grande como yo") verás que todos los profesores usan lentes.
Nuevamente debo indicar que estos recuerdos me llevan con nostalgia a la ternura de esos años, felices años.
¿Por qué tienen que crecer los hijos? Es injusto, ¿no creen?

10 comentarios:

  1. Te honra tu sinceridad.. profesor..
    Se comprende la tristeza y nostalgia de tus poemas.. Intuía todo lo que cuentas,porque sin decirlo.. nos lo decías en tus versos.

    ..No te dije que me encanta Serrat y me hubiera gustado leer el poema,pero fui sincera como tú..!

    Un abrazo y..tienes en tus manos la lengua española..entrega en ella todo tu sentimiento.. y la vida te lo devolverá..

    M.Jesús

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  2. Porque es ley de vida supongo, tampoco se lleva bien el ver a los padres envejecer.

    Eres sin duda un papá amante de sus niñas, se nota.

    Un saludo.

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  3. Preciosos recuerdos podrían convertirse en una autobiografía.

    Los niños se pregunta y se contestan tienen tanta gracia al hacerlo?

    O la gracia es del padre al relatar lo? No lo creo ni ni le quito mérito a la gracia de las dos niñas.

    Un saludo cordial Leonel. Hasta pronto.

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  4. ¡Cuánta ternura! Maravillosa ternura la de los hijos, la que debemos disfrutar antes de que crezcan y no se dejen mimar como de niños...

    Cariños.

    (Me llama la atención que se traten de "usted" entre padre e hijas... ¿Es propio de tu país o de tu familia? Perdón por la curiosidad.)

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  5. Llevas tanto dolor encima, que creía que hacía menos tiempo de la pérdida de la madre de tus luciérnagas.
    Los hijos se hacen mayores, pero nunca nos abandonan.
    Cada momento es feliz en sí mismo y hemos de vivir todos los momentos que la vida nos depare desde el nacimiento hasta la vejez.
    Todos tienen su dolor y su alegría.
    Quié seré yo para darle consejos profesor.
    Yo sólo uiero darle ánimos.
    Como siempre.

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  6. Pues todos nos queremos refugiar y envolver en la vida, todos queremos apoderarnos de la naturaleza, incluso algunos de las estrellas; pues este poderío alimenta la ansiedad de vivir mejor cada día, suene o no cliché es la realidad del ser humano; del animal; de los seres vivos.

    “Acostumbrémonos a vivir, y a dejar de pensar en el momento en que todo se apague.”


    Saludos, buena vivencia, genial tu blog.

    Adiós.

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  7. La vida siempre avanza y ellos tienen que ir creciendo, pero lo mas lindo es que conservas recuerdos y ese amor que les tienes cada dia es mas grande. Besos, cuidate.

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  8. La verdad que ahora se entienden algunas cosas sí, es normal que tuvieras tristeza, supongo que a mí me pasaría lo mismo en tu caso.

    Lo de que crezcan es vida (o eso dicen), ánimo.

    Saludos

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  9. As vezes la vida torna-se muy dificil pero siempre ha una salida do problema.

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  10. yo siempre he hecho la diferencia entre Maestro y Profesor
    y tengo mis razones para ello , la mejor de las energías para tu camino,

    las separaciones con los años son recuerdos amargos que nos mantienen alerta de los posibles desaciertos que estemos a punto de cometer.
    aprender y aprehender de ellos es toda una tarea pa'la casa.

    otro abracito de paz

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